DESDE EL ACEQUIÓN | No es oro todo lo que reluce

Artículo de opinión de Antonio Martínez

Querido paisano.

Te escribo desde lo alto del que fuera tu hogar durante varios siglos, para recomendarte que te busques unos colegas con los que constituir una asociación de vecinos como Dios manda, a ver si con un poco de suerte nuestro querido alcalde se decide a poner los medios necesarios para adecentar tu casa. A fin de cuentas, la Motilla del Acequión es el único Bien de Interés Cultural declarado como tal en nuestra ciudad, que se encuentra en una situación tan penosa y lamentable.

Nadie entendería que el Teatro Circo, la Posada del Rosario o el edificio que alberga el Recinto Ferial, por citar tan solo tres ejemplos de nuestro patrimonio histórico que cuentan con idéntica protección, merecieran tanto olvido por parte de nuestro Ayuntamiento. Estoy seguro de que las voces reclamando una actuación inmediata se escucharían alto y claro en cualquier rincón de nuestra ciudad, incluido el despacho rectangular del primer piso de la Casa Consistorial. Lo mala noticia querido amigo es que solo sois cuatros gatos y ni siquiera votáis. Una pena, pero me temo que es lo que hay… al menos de momento.

Y mira que quienes pululan por la planta noble del Ayuntamiento se devanan los sesos a diario, tratando de hacernos ver por todos los medios  a su alcance, y no son pocos, que vivimos en una ciudad donde todo es de color de rosa, donde la participación ciudadana en los asuntos públicos es una realidad incuestionable y donde gracias a la pujanza sin parangón del Equipo de Gobierno, estamos a punto de conseguir ser la punta de lanza del municipalismo a escala planetaria, si es que no lo somos ya, que diría el optimista del grupo. Y es que hay veces en las que las ensoñaciones viajan a mayor velocidad que la realidad.

Tanto alarde de imaginación es fiel reflejo de la forma de actuar que empleó en su día Herrman Göring cuando afirmaba, que “de lo que se trata es de que la gente te siga la corriente”. Que dicho sea de paso es la misma táctica que están empleando quienes nos están vendiendo miedo, mezclado con un buen chorreón de falsedad y aderezado con unas gotas de indignación, para que salgamos como locos a comprar un kit de supervivencia aunque sea low cost en Casa Segunda, no sea que nos quedemos compuestos y sin kit. Y mientras estamos entretenidos pensando en que le falta al lote de supervivencia, no prestemos demasiada atención a quienes proclaman que tenemos que armarnos hasta los dientes, no sea que al oso ruso le dé por apoderarse de la Isla de Perejil. Por seguir con las ensoñaciones.

Pero a lo que iba, que la política internacional no es lo mío, bueno, ni la otra tampoco, pero vaya, aquí estamos. En su afán de vendernos lo invendible, al grupo de asesores que susurran al alcalde se les olvida que la ciudadanía también tiene ojos, oídos y boca. 

Ojos para ver que los grandes proyectos que nos vendió el entonces candidato a la Alcaldía duermen el sueño de los justos en algún cajón municipal, aunque eso sí, la culpa de ese olvido siempre será de otros, que, además, nos tienen tirria, sino de qué. 

Oídos para escuchar a quienes demandan de la primera autoridad local más imaginación, empuje y decisión a la hora de afrontar sus problemas y el de la vivienda es ahora mismo el number one. Y la cosa no va solo de la racanería de presumir de cortar la cinta del bloque de viviendas de las que otros pusieron los cimientos, sino de una política mucho más ambiciosa y consensuada, adjetivos que hoy por hoy escasean en nuestro apreciado Ayuntamiento.

Y boca para reclamar una mayor atención a quienes más problemas tienen para llegar a fin de mes, y es que las recetas que se llevan cocinando desde hace años en la calle del Muelle ya han perdido demasiado sabor y sirven para muy poco. ¿Qué fue de la promesa de la atención social primaria las 24 horas del día? Buena pregunta de respuesta sencilla: nada de nada.

Por mucho que desde la Plaza de la Catedral se nos repita hasta la saciedad que cada día somos más altos, más guapos y más rubios, se entiende que como ciudad, no seamos mal pensados, lo cierto es que aristas como las meigas, haberlas haylas, y nuestra misión como ciudadanía es ponerlas en evidencia y tratar de hacer que se suavicen para mejorar la convivencia, que no es oro todo lo que reluce. 

Olvidémonos de los cantos de sirena que solo harán que nos estrellemos contra las rocas una y otra vez y no sigamos la corriente a quienes afirman que no hay otra forma mejor de hacer política que la que emana de la Casa Consistorial, y que la gente, dicho así, en abstracto, está conforme y contenta con lo que tiene y como lo tiene.

Pues de eso nada, monada. Si la receta prescrita por Göring estaba clara, su antídoto no lo está menos. Ante la pasividad, dinamismo. Ante la resignación, inconformismo, y ante la desgana, acción. ¿A qué esperamos?

Antonio Martínez

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