Chelo Lledó cuenta con una amplia experiencia en diversos voluntariados. La enfermera de Albacete se sumergió por primera vez en la que sería la aventura de su vida en 1994 cuando pasó la Navidad en Burkina Faso junto a grupo de profesionales. Desde entonces, esta enfermera no ha parado, y varias décadas después, continúa inmersa en este mundo del que ya no se ha podido separar.
Años después, fundó junto a un grupo de compañeros la asociación Stop Ceguera, que ha devuelto la vista a decenas de personas en diferentes partes del mundo. Todavía hoy, Chelo Lledó tiene la ilusión del principio para continuar aportando su granito de arena en África, continente al que viaja con cierta frecuencia para intentar devolver la visión a cientos de personas.
Chelo Lledó era una joven enfermera que trabajaba en la década de los años 90 en el Hospital de Hellín (Albacete). “Siempre había tenido muchas ganas de ir a África, me llamaba la atención, y en esa época, mi marido José Ramón Villada, que es oftalmólogo, y yo conocimos una asociación que necesitaba sanitarios para una campaña oftalmológica”.

“Más de media vida” de voluntariado
Y años más tarde, esta pareja de Albacete, junto a María Luisa Wic, María Teresa Vidal, Jaime Javaloy y Eliseo Escudero decidieron fundar la familia que es a día de hoy Stop Ceguera y que viaja a diferentes rincones de África para hacer ‘magia’ en los ojos de los pacientes que pasan por sus manos.
En 1994, Chelo Lledó y José Ramón Villada pusieron rumbo a Burkina Faso en su primera campaña. “Estuvimos mes y medio en Navidades”, recuerda la enfermera de Albacete, que manifiesta que “estuvimos varios años viajando en varias ocasiones, hasta que en 1997 decidimos montar nuestra propia ONG junto a un grupo de compañeros y a partir de ahí hemos ido haciendo diferentes campañas”.
Chelo Lledó ha viajado por el mundo con la idea clara de echar una mano y aportar su granito de arena. Así, desde aquella Navidad de 1994 en Burkina Faso, ha pasado por República Dominicana, Etiopía, y Uganda, donde “actualmente estamos montando una clínica”, tal y como asegura la enfermera.

Así, los voluntariados suponen “más de la mitad de mi vida”, como explica Lledó, que señala que “a veces la gente nos dice que es un esfuerzo grande, pero ya se ha convertido en algo normal en nuestras vidas”. “Siempre digo que no puedes ayudar a todos pero cada uno puede ayudar a alguien”, sostiene.
Chelo Lledó: “No concibo mi vida sin esto”
Lo que ha impulsado a esta enfermera de Albacete a dedicar gran parte de su vida a los demás viajando a la otra punta de planeta es la firme convicción de que “es lo que tengo que hacer”, como explica Chelo Lledó a El Digital de Albacete, que señala que “creo que cada persona tiene una motivación diferente. Por mi parte, siento que tengo que seguir porque alguien me necesita y eso me anima cuando pienso que ha sido suficiente”. “Durante todos estos años he visto muchas cosas y no concibo mi vida sin esto”, sostiene, y destaca que “vamos a darlo todo y hacer lo que mejor sabemos. Al principio, cuando llegas ves tantas cosas que quieres cambiarlo, pero el sistema es así, y lo que podemos hacer es aportar cada uno lo que sabe”. Así, subraya que “me mueve ayudar por todo lo que tengo y sé y ellos no”.
Lo cierto es que este tipo de voluntariados no son siempre un camino de rosas, y aunque la gente suele ser “agradecida”, como explica la enfermera albaceteña, a veces se encuentran con situaciones tensas. “Nosotros vamos con la idea de darlo todo y nos da igual trabajar 12 horas, sabes que vas a ir a tope y cuando te vayas termina todo, pero los sanitarios de allí no lo ven así”, explica, y manifiesta que “a veces nos han quitado guantes, sueros, nos hacían pagar más de electricidad… Ellos piensan que nos sobra el dinero”.

La cara oculta del voluntariado
Entre estas experiencias que suponen la cara oculta del voluntariado, Lledó recuerda que “hace muchos años organizamos todo en Burkina Faso, el grupo se fue y no llegaba el material. Reclamamos y nos dijeron que había llegado. Al final, el grupo se volvió y el material se lo había quedado el director”. En otra ocasión, recuerda que en República Dominicana colaboraron con otra asociación de allí, y “pasó lo mismo, se quedaron con el material y dijeron que no había llegado. Fue un desastre”, sostiene.
Aunque complicado, lo cierto es que para Chelo Lledó y para sus compañeros, la parte buena compensa las malas experiencias, y por eso, algunos de ellos, han dedicado gran parte de su vida a esta labor. “Hace poco operamos a un niño que nunca había visto la cara de su madre y le cambias la vida”, explica, y manifiesta que “no le cambias la vida a una persona, sino a una familia entera”. Así, comparte que “cuando la gente mayor se queda ciega lleva a un lazarillo, que generalmente es un niño que no va al colegio, entonces ya mejoras la vida de muchas personas, incluso la de las personas que cuidan de la persona que ha perdido la vista”.

En cuanto al inicio de Stop Ceguera, Lledó recuerda que “nos juntamos 6 sanitarios que habíamos tenido alguna que otra mala experiencia con ONG’s y decidimos crear la nuestra para hacer las cosas con transparencia”, explica, y manifiesta que “cada vez se ha ido uniendo más gente al proyecto”. Eso sí, el trabajado de esta asociación no termina con las campañas, ya que “nuestro objetivo también pasa por hacer un trabajo de concienciación y sensibilizar a la población para que puedan ser lo más autónomos posibles dentro de lo que cabe”.
Además, el trabajo de Stop Ceguera va más allá, ya que es una labor de “todo el año”, como señala la enfermera de Albacete, que subraya que “trabajamos durante todo el año intentando hacer todo lo posible para conseguir fondos”. Eventos, conciertos o mercados solidarios son algunas de las iniciativas que pone en marcha esta asociación para recaudar dinero. “Albacete siempre se vuelca”, asegura Chelo Lledó, que señala que “siempre nos apoyan y llenamos los recintos cuando hacemos conciertos y teatros”. En la actualidad, desde la ONG tienen previsto “un concierto para el próximo 29 de mayo, además de estar inmersos cosiendo diferentes prendas con telas que “hemos traído de Guinea”.
Por el momento, tanto Chelo como sus compañeros estarán al pie del cañón siempre que puedan, cada uno con su motivación pero con un objetivo común: aportar su granito de arena allá donde vayan.