El Museo de Albacete, situado en el Parque Abelardo Sánchez, es un espacio en el que conviven arte y naturaleza entrelazadas. Así, este espacio cultural recoge una buena colección de la arqueología de la provincia de Albacete, pero también arte de diversas épocas entre los muros de un museo, que más allá de estar repleto de obras artísticas, también es una obra en sí misma.
Este museo funde el arte con la naturaleza gracias a su ubicación, ya que se encuentra en uno de los espacios verdes de la ciudad, conectando así estos dos aspectos que lo caracterizan. De esta forma, paseando entre los innumerables árboles del parque podemos encontrar un espacio donde la cultura vive, repleto de historia y arte de la provincia de Albacete.
De la mano de Amelia González, guía de Turismo de Albacete y miembro de la asociación regional de Guías Oficiales de Turismo (APIT CLM), nos adentramos en un emblemático edificio de la ciudad, en el que la naturaleza se funde con la cultura dando lugar a uno de los espacios más singulares de Albacete.

Fusión entre arte y naturaleza en el pulmón verde de Albacete
El proyecto del Museo de Albacete se inició “en 1968”, tal y como explica Amelia González, de la mano del “arquitecto Antonio Escario”. Un edificio que acoge “tanto contenido arqueológico como una sección de Bellas Artes y exposiciones temporales”, donde además pervive una buena parte de las obras del pintor Benjamín Palencia, natural de Barrax (Albacete).
En esta línea, González manifiesta que al dar comienzo el proyecto se plantearon dos cuestiones respecto al programa del museo y a la ubicación donde se instauraría. De este modo, uno de los factores a tener en cuenta era el gran contenido del que se disponía en ese momento, ya que “había muchas excavaciones en marcha y se preveía que llegarían más aportaciones a este espacio”.

Así, el arquitecto Antonio Escario trabajó de la mano del director del museo de aquel momento, Samuel de los Santos, para dar vida a este espacio que más de cinco décadas después acoge una importante colección de diferentes disciplinas artísticas.
Los árboles atraviesan el Museo de Albacete
Uno de los factores más llamativos de este museo es precisamente su ubicación. “Un lugar magnífico”, como lo define la guía turística de Albacete, que señala que se caracteriza por “una vegetación muy arraigada con árboles muy altos, por lo que surge la preocupación de cómo realizar el proyecto”. Además, sostiene que la ubicación era “perfecta”, ya que “se encuentra en el centro de la ciudad y en un espacio privilegiado”.
A la hora de planificar la edificación, uno de los grandes retos era fundir el edificio con el parque, respetando así la naturaleza. De este modo, se adecuó “el museo a los árboles, no al revés”, ya que la idea era “diseñar el proyecto teniéndolos en cuenta”, tal y como explica Amelia González. Como resultado de ello, se pueden observar perfectamente los huecos entre los que los árboles han continuado su crecimiento sin verse afectados por la edificación.

De esta manera, arquitectura y naturaleza se funden en un espacio singular, conviviendo en armonía y dando un toque especial a este edificio, rodeado por la vegetación de uno de los pulmones verdes de Albacete. Una “combinación perfecta”, como indica González, que señala que este museo presume de tener “mucha luz, y es perfecto para que la mente también pueda ir asimilando todo lo que vamos contemplando en el recorrido, y así no es tan denso y puedes estar incluso más tiempo”.

“Un espacio didáctico y vivo” en Albacete
En lo relacionado a la función del Museo de Albacete, éste nace como “un espacio didáctico y vivo”, indica la guía, que señala que “se articula muy bien porque es un lugar abierto, donde el contenido es lo primordial, pero también dispone de esa luz natural y al pasar de una exposición a otra puedes ir viendo la vegetación y tener un pequeño momento de distracción para continuar el recorrido”. Además, asegura que de esta forma se combina “lo interior con lo exterior y eso hace que la visita sea más dinámica”.
En esta línea, González sostiene que la luz “es una de las protagonistas del museo”. Algo que se puede aprovechar para tener esos pequeños momentos de distracción entre exposición y exposición y no “saturar”, apunta.

En cuanto al interior, la guía señala que “no tiene un recorrido definido, sino que puedes decidir cómo visitarlo”, ya que “a la entrada tienes hacia un lado la parte arqueológica y hacia el opuesto la de Bellas Artes sin un recorrido específico”. En la zona dedicada a la arqueología, González señala que el Museo de Albacete cuenta con “dos plantas que van desde el paleolítico hasta la escultura ibérica pasando por la época romana”. Por otro lado, en la zona destinada a las Bellas Artes se puede contemplar “gran parte de la colección del pintor de Benjamín Palencia”. Además, este espacio también cuenta con una zona de exposiciones temporales para enriquecer el museo.
Arquitectura, vegetación, historia y arte se funden en Albacete
En cuando a su arquitectura, Amelia González pone en valor que no se trata de un “edificio clásico, sino que gracias a sus materiales consigue una unidad uniendo el parque y el museo”. De esta forma, argumenta que se puede tratar de “arquitectura racionalista”, fundiendo el arte con la vegetación y dinamizando los recorridos con la naturaleza y la luz.
Además, el museo nace teniendo en cuenta no solo el papel cultural, sino también “realiza una labor didáctica”, señala la guía, que sostiene que en el proyecto “no era solo importante el edificio, sino respetar la vegetación, de manera que los muros van envolviendo los árboles, y además las esquinas son curvas para que la vegetación pueda caer por los muros”. En esta línea, la intención pasa por conseguir “una visión más armonizada con el parque, como si se tratase de un fósil enorme que nace de él”.

Más allá de la arquitectura, González explica que lo importante es “la ubicación, que es la clara protagonista”, de la que destaca esa peculiar forma de fusionar el museo con el parque, todo integrado.
De este espacio, la guía destaca lo “cómodo que es el museo para visitarlo, ya que te permite elegir el recorrido y fluir de una sala a otra mientras te distraes mirando por las ventanas”. Además, asegura que se trata de “una forma diferente de disfrutar de la arqueología de la provincia”, e invita a todos los albaceteños a pasar por este espacio cultural, ya que “hay gente que no lo conoce y se pierden una buena oportunidad de disfrutar de un espacio magnífico en Albacete”.
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// Fotos: Miguel Ángel Romero //