El extraordinario caso de ‘El hombre electrónico’ de Albacete

Acumulaba y transmitía energía al salir de cualquier automóvil

A mediados de los años 60, el extraño caso de Antonio Díaz Pérez fue muy sonado en todo el país. Y es que, este albaceteño, nacido en Ayna, vivió algo extraordinario cuando tenía 33 años y ejercía su profesión de taxista en Albacete. Periódicos locales y nacionales hablaban del protagonista como ‘El taxista electrónico’, porque acumulaba y transmitía energía al salir de cualquier automóvil. Los diarios de la época hablaban de “la central eléctrica humana, pues, al contacto con su mano, pueden oírse los chasquidos y verse en la oscuridad”. 

Antonio con un vehículo en 1965 / Foto cedida

El taxi número 56

Antonio Díaz Pérez comenzó a trabajar en el taxi a mediados de los años 50, hasta su jubilación en 1996, aunque tuvo un período en el que también fue camionero, hasta septiembre de 1962. En ese año, el Ayuntamiento de Albacete concedió 10 licencias de taxi, y a Antonio Díaz Pérez le tocó la número 56. Los taxis de aquella época eran negros con una raya amarilla, y la tarifa de cada carrera era de 3 pesetas el kilómetro (0,2 céntimos de euro). Tras obtener la licencia, Antonio se fue a la fábrica Renault de Valladolid para traerse un flamante Renault ‘Gordini’, un coche que le costó 90.000 pesetas (540 €). Como el color negro solo lo hacían por encargo, y le corría mucha prisa, se lo trajo de color, y en Albacete se lo pintaron de negro, y le hicieron la raya amarilla. Nueve coches pasaron por sus manos, incluido aquel famoso Renault ‘Gordini’. Ya 28 años jubilado, aún recuerda aquellos extraordinarios sucesos de los años 60, un fenómeno que en su día se atribuyó a sus especiales condiciones físicas.

Antonio en el Puente de El Pontarrón (Ayna) (1973) / Foto cedida

Su cuerpo transmitía descargas eléctricas

Antonio Díaz Pérez, que tiene en la actualidad 93 años, explica que cuando bajaba del coche su cuerpo transmitía descargas eléctricas en forma de chispazos. El taxista jubilado recuerda que “pasaban muchas parejas por la parada de taxis, y me pedían que les diera un chispazo, porque habían escuchado el caso por ahí, pero no llegaban a creerlo. La descarga consistía en acercar la punta de los dedos índice, y se producía un chispazo que se veía y escuchaba. A unos dos o tres centímetros ya se podía ver perfectamente cómo pasaba la corriente de un lado a otro. Al mecánico electricista lo saqué trastornado, porque estuvo trabajando muchos días para ver si el fenómeno provenía de mi coche, pero un día me hizo subir a otro, y al bajar seguía dando electricidad. Fue entonces cuando me dijo que, después de revisar la instalación del coche una y otra vez, todo iba bien, y que el fenómeno no provenía del coche, sino de mi especial constitución física. Había gente que me decía que igual era por la ropa, o el calzado, pero yo me cambiaba, y seguía pasando”. 

Antonio en 2023 / Foto: Alejandro Santoyo

Un caso con mucha repercusión

Poco a poco se fue corriendo la voz de este suceso, algo que “empezó a perjudicarme, porque la gente cuando llamaba, decía que no fuera a recogerlos el 56, porque les daba la corriente, y tenían miedo. De hecho, el suceso daba pie a chismorreos, y en Ayna se comentaba que mi mujer no quería meterse en la cama conmigo, porque le daba corriente. En otra ocasión, estaba en la parada de la calle Baños, y mi compañero Baldomero me dijo que fuera con él a la cafetería, y allí me presentó a un hombre que tenía un circo, y me ofreció trabajo, pero lo rechacé. Aparecí en periódicos locales, como ‘La Voz de Albacete’, y nacionales, como ‘El caso’, y eso tuvo mucha repercusión, porque la gente me llamaba para preguntarme. Científicos, periodistas, ingenieros, llamaban interesados por mi caso. La noticia llegó hasta Francia, desde donde me escribió una curandera, para decirme que no me preocupara, que no me pasaba nada”, concluye. El periódico ‘La Voz de Albacete’ decía que “no se trataba de una ilusión óptica, ni de una sugestión. El simple contacto de un dedo con el del taxista, deja oír el ruido característico, el crepitar, el chasquido de una descarga”. Esa electricidad que pasaba por su cuerpo dio mucha energía a ‘El Hombre electrónico’, que a sus 93 años, se mantiene lleno de vida para seguir contando su extraordinaria historia. 

Modesto Colorado

Comunicador y cantante de Albacete. Más de 20 años de experiencia en medios de comunicación, especializado en información y reportajes de ámbito cultural.
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