Los pozos de la nieve fueron la particular nevera de los vecinos de Albacete durante siglos pasados. En esta época, la nieve era clave para conservar los alimentos en buen estado y también para tener hielo en los meses de verano. Algo tan aparentemente sencillo de conseguir en la actualidad como el hielo, no era tan fácil en tiempos pasados, y los albaceteños debían ingeniárselas para mantener frescos los alimentos y disponer de este producto en los meses estivales.
La actividad del pozo de la nieve resulta curiosa, ya que a través de ella conseguían hielo para todo el año, incluso era uno de los recursos de una antigua cofradía albaceteña para lograr recaudar fondos.
Elvira Valero de la Rosa, directora del Archivo Histórico Provincial de Albacete, destaca que “solo hay constancia de un pozo de la nieve en Albacete”, y asegura que se trata de “un lugar cargado de historia”. El pozo en cuestión estaba situado en lo que a día de hoy es Villacerrada, que por entonces se conocía como “el Alto de la Villa”, señala, y explica que “su nombre obedecía a aquella plaza donde estaba instalada la construcción que proporcionaba hielo para el consumo vecinal”.
El Pozo de la Nieve: La nevera de Albacete
La actividad del pozo de la nieve “se concentraba en tres días al año, generalmente en el mes de enero”, apunta la directora del Archivo Provincial de Albacete, que añade que se llevaba a cabo con el fin de “vender todo el hielo recogido a partir del mes de agosto del mismo año y así abastecer a la villa”. En cuanto a la actividad, en el año 1753 “se contabilizaron 318 carros a tres reales cada uno”, señala.
En lo relacionado al procedimiento de fabricación “este nos enseña la manera de trabajar de las personas en la época”, como señala Valero de la Rosa. En principio, “mientras se limpiaba el pozo, varias cuadrillas de alrededor de 25 hombres paraban en la acequia, que después fue el Canal de María Cristina”, explica, y manifiesta que “cargaban el hielo en galeras para transportarlo al pozo. Una vez allí, se vertía a través de una puerta donde se pisaba con mazas y pisones para su conservación”.
Gracias a antiguos padrones podemos situar la ubicación del pozo de la nieve en “Villacerrada, cercano a la calle Caba. Además, en varios callejeros y planos también se puede comprobar que hubo una plaza en aquel lugar llamada así”, indica Valero de la Rosa a El Digital de Albacete.
El Pozo de la Nieve y la Cofradía de las Ánimas de la Noche
El Pozo de la Nieve de Villacerrada pertenecía “a la villa, es decir, al Ayuntamiento, según indica el libro 151 del Archivo Diocesano”, apunta Elvira Valero. Como curiosidad, explica que la explotación “fue cedida a la Cofradía de las Ánimas de la Noche y desde el año 1711 se recogen las cuentas del producto para convertirlo en misas por las ánimas del purgatorio”, ya que era una forma común de ayudar a las almas del purgatorio y pedirles favores a través de la celebración de misas en su nombre en aquella época.
Según datos a los que ha tenido acceso Elvira Valero, que se encuentran en el Libro de Ánimas de la Parroquia de San Juan Bautista, datado de 1742 a 1786, la Cofradía de Ánimas de la Noche de Albacete “vivía de las limosnas que recogía por diversos conceptos, entre ellos el de la explotación del pozo de la nieve”, apunta, y añade que “se vendía hielo al Convento de Los Llanos para gastos de su Comunidad y Padre Custodio para pagarles en celebración de misas de ánimas”.
Fueron muchas las manos por las que pasó el Pozo de la Nieve además de esta antigua cofradía, ya que se tiene constancia de un “testamento del año 1744 en el que se denomina el espacio como ‘La casa del Rey Moro’”, como explica la directora del Archivo Provincial, que aclara que “posteriomente fue cedido a la Sociedad de Amigos del País”. Finalmente, fue “abandonado y demolido por el Ayuntamiento en 1866 porque amenazaba ruinas”, apunta, y manifiesta que “en su lugar se construyó el depósito de agua, cuya construcción arrancó con una primera torre en 1910”.
Cólera y helados
Continuando con la historia del Pozo de la Nieve, la directora del Archivo Provincial recuerda que “la Sociedad de Amigos del País de Albacete obtuvo permiso del Ayuntamiento en 1837 para construir un nuevo pozo de la nieve en las inmediaciones del canal del María Cristina, en lo que antiguamente eran los hoyos y vereda del lavadero”, y apunta que la intención era “evitar en la medida de lo posible los desastres del cólera que había sufrido la población en aquel año y que los helados pudiesen estar al alcance de todo el pueblo”.
Como anécdota, Elvira Valero manifiesta que el pozo “no debía producir mucho hielo porque en uno de sus viajes pasó por Albacete una de las infantas hacia Cartagena y se trajo el hielo desde Alcaraz”.
El Pozo de la Nieve es un lugar cargado de historia, que abasteció a la ciudad de hielo con su curiosa actividad durante años. Un lugar que fue clave para el desarrollo de la ciudad y que facilitó la vida a los vecinos que habitaban Albacete en siglos pasados.
