Sonia Gómez dejó su trabajo de administrativo en Albacete para hacerse cargo de la finca de sus padres en Almansa (Albacete) hace cuatro años. Un cambio de vida de 180 grados, en el que Sonia pasó del blanco de las paredes de la oficina al verde del campo. Una decisión de la que no se arrepiente, ya que a pesar del cambio y de las duras condiciones del campo, Sonia ha logrado continuar con el legado familiar, a pesar de los obstáculos que se ha encontrado en el camino.
Los padres de Sonia estaban en edad de jubilarse y descansar del trabajo del campo pero la albaceteña no quería echar a perder todo lo que sus padres habían construido durante muchos años. “Somos tres hermanas y ninguna se animaba a continuar. Con lo que les ha costado a mis padres sacarlo adelante no quería dejarlo perder”, asegura la albaceteña, que no dudó en hacer las maletas y trasladarse desde Albacete, donde trabajaba como administrativo, para continuar con un nuevo camino en su finca de Almansa donde principalmente se dedica al cultivo de brócoli y cereales.
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Con este traslado, Sonia inició su andadura como agricultora en 2020 y cogió las riendas del negocio que hoy gestiona desde tierras almanseñas. “Siempre hemos ido al campo y he ayudado cuando podía. Conocía el negocio y echaba una mano”, recuerda Sonia Gómez, y añade que “es un cambio muy grande, pero no me arrepiento de nada”.
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De la oficina al campo
Sonia tiene una niña de 12 años de edad y como muchas otras mujeres cuenta con un hándicap, ya que en muchas ocasiones supone un gran trabajo conciliar la vida laboral con la crianza y el cuidado de los hijos, sobre todo en algunas temporadas cuando el campo exige todavía más esfuerzo, como son las semanas de cosecha. Gómez manifiesta que “tengo la suerte de tener el apoyo de mis padres. Mi marido trabaja fuera toda la semana y son ellos los que me ayudan con la niña, si no fuese por eso, no podría”.
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El traslado a la finca “me aporta ese apoyo de mis padres, y aunque el trabajo aquí es duro y más físico, no me arrepiento de haber cambiado mi vida”, apunta. Sobre la conciliación de la vida en el campo y el cuidado de su hija, la agricultora señala que “el campo son temporadas, ahora mismo por ejemplo no tengo problema, porque hasta que no llegue el momento de la cosecha estoy tranquila”, y añade que “sin embargo, en la plantación y en la recolección sin ayuda ni apoyo es muy complicado hacer algo tan sencillo como recoger a mi hija del colegio”. “Al final te esfuerzas y si es algo que quieres lo llevas, pero es cierto que es difícil”, manifiesta a El Digital de Albacete.
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“Aún te encuentras con gente que te da la espalda por ser mujer”
En cuanto al papel femenino en el campo, aunque cada vez son más las mujeres que se animan a coger las riendas de sus negocios o a trabajar en este sector, que generalmente ha estado formado por hombres en su mayoría, Sonia señala que “aún te encuentras con gente que te da la espalda por ser mujer”, y manifiesta que “lo he vivido en mi piel en más de una ocasión. Mi padre es el que ha estado aquí siempre, y ahora, antes de hablar conmigo acuden a él, incluso intentan hablar más con él que conmigo, cuando mi padre está jubilado y lo llevo yo”. Una situación que “a veces me hace sentir mal”, como confiesa Sonia, que explica que “es cierto que a veces por ser mujer noto cierto rechazo”.
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“A veces cuesta salir adelante”
El relevo generacional en el campo es un tema delicado, ya que en muchas ocasiones se dice que ‘el campo se muere’ porque no hay personas jóvenes que tomen el testigo. Este desde luego no es el caso de Sonia, que se ha puesto al frente del negocio que un día pusieron en marcha sus padres, aunque es cierto que no es una decisión fácil y que el campo también está pasando por una situación delicada con los bajos precios y los altos costes.
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“A veces cuesta salir adelante”, manifiesta Gómez, y recuerda que “al incorporarme puede solicitar una subvención que otorga el Gobierno regional y pude poner placas solares, ya que los precios de la luz eran insostenibles”. “Hubo una etapa que pagaba 12.000 euros al mes de luz, si tengo que estar pagando eso todos los meses no llego a recoger el brócoli”, explica la agricultora, que añade que “gracias a las placas solares he ahorrado entre un 50% y un 60%”.
Sonia Gómez destaca “la tranquilidad y la libertad” de su nueva forma de vida dedicada al campo y viviendo entre la naturaleza. Una nueva realidad que la impulsa a continuar trabajando y a ser ese relevo del legado de sus padres.