Hay un rincón en la Sierra de Segura, en donde rezuma agua por todas partes, con manantiales y acuíferos en buen estado, y con acequias milenarias que los agricultores utilizan como sistema de regadío tradicional. Ese lugar se llama Letur, y vamos a adentrarnos en sus aguas.

“Letur es un pueblo fresco y deleitable”, así lo describían en la época de Felipe II. Un pueblo que sobre todo lo que tiene es agua. Esto es porque algunos de sus habitantes se han empeñado en que así sea. Luis López, presidente de la Comunidad de regantes ‘Las fuentes de Letur’, es uno de ellos, y nos cuenta que “con el paso del tiempo se han ido perdiendo los sistemas históricos de regadío, el tradicional que siempre ha existido en todos los pueblos. Lo que tiene de especial Letur es que, al estar muy concienciados con esta idea, hemos puesto todos los medios posibles para que no se perdiera. Queremos conservar este sistema de acequias abiertas, para que el agua se siga viendo y poder disfrutar de ella”.

Los valores fundamentales
El sistema de regadío tradicional de Letur tiene tres valores fundamentales: el valor ambiental, el cultural y el paisajístico. Valores que, según López, “desaparecen cuando se moderniza el regadío. En el apartado ambiental, el hecho de que el agua esté en las acequias fomenta una riqueza y una biodiversidad muy elevada, hasta el punto de que tenemos especies protegidas a nivel nacional. Además, el hábitat natural está reconocido como de interés prioritario comunitario, y en él podemos encontrar, entre otros, los paredones rezumantes calizos. El valor cultural viene dado por los siglos de antigüedad que tienen estos regadíos. Se podría decir que hace al menos 1000 años, desde la época Andalusí, ya se estaba regando en Letur de esta forma. En referencia al valor etnográfico, todo lo que va asociado al regadío, como los lavaderos, pilares, balsas de riego, o simplemente sus normas, son el fruto de ensayo y error que durante siglos se han ido realizando hasta encontrar la mejor forma de administrar un recurso en común de forma sostenible”.

Un sistema de regadío que respeta el ciclo natural del agua. “Ahora que está tan de moda lo del coste de energía, nosotros no gastamos nada a la hora de regar, ya que no utilizamos ninguna energía externa. El agua sale de los manantiales de Letur por su propia gravedad, y va por la red de acequias para ir regando hasta la última parcela. Es un ejemplo de la utilización sostenible del recurso natural por excelencia, que es el agua. Estamos demostrando que se puede hacer sin sobreexplotarlo, respetando los ritmos de la naturaleza”, resalta.

En Letur, lo que destaca en comparación con sus pueblos vecinos, es que todavía conserva el entramado de conductos que usaron romanos, árabes y cristianos, para que el agua llegue a los huertos. “Una de las razones principales para su conservación, es porque hemos podido comprobar cómo la modernización del regadío realizada en otros pueblos, ha implicado la pérdida del recurso agua y del paisaje. Y es que, si se empiezan a hacer pozos sobre el acuífero, deja de salir agua por los manantiales. Con la modernización de regadíos se produce un efecto rebote, que consiste en que, en lugar de ahorrar agua, se consume más. Cuando se entuban las acequias y se elimina el tradicional riego por gravedad, en realidad lo que se está haciendo es eliminar los retornos del agua al río. En el sistema tradicional, el agua sale del río por su propio peso, se riega por inundación en la huerta, y los excedentes vuelven al río. Las grandes explotaciones llevan a cabo regadíos intensivos de muchísimas hectáreas que están sobreexplotando los acuíferos que mantienen fuentes y manantiales, y que si continúan con esa expansión, pueden acabar con el agua, como ha pasado en otros pueblos”, apunta.
Defensa del regadío tradicional
Defender el regadío tradicional, que depende de unos manantiales, implica defender esos manantiales. La defensa de las aguas subterráneas en Letur tiene una larga historia. En 1971, la empresa de aguas en Letur, ‘Empetrol’, hoy conocida como ‘Repsol’, hizo un sondeo para plantear un pozo con los canales del río ‘Taibilla’, y llevar así el agua a la refinería de Cartagena, aunque el proyecto se vio paralizado por una revuelta vecinal. El presidente aclara que “esa defensa en su día del acuífero por parte de los vecinos de la dehesa de Letur, es lo que propició que ahora podamos disponer de agua en los manantiales. En Letur, el agua tiene mucha fuerza porque geológicamente las fuentes son muy importantes y hemos sabido conservarlas. Las fuentes de algunos pueblos eran incluso más grandes, pero ahora ya no hay agua. Esta circunstancia no es debido a la sequía, que es una cuestión cíclica que va y viene, sino por el saqueo continuo y la sobreexplotación de los acuíferos por miles y miles de pozos legales e ilegales que los están vaciando. Si se saca más agua de la que entra, además de quitar el agua a tus vecinos, estás secando los acuíferos, algo que ha desencadenado que algunos pueblos se estén quedando sin agua”.

Esta situación ha creado una gran concienciación en casi toda la población de Letur, un sentimiento profundo contra los pozos, que “sabemos que dejan sin agua las fuentes. También contra la ampliación de regadíos, porque el agua está repartida entre la tierra que ya existe. Si amplias le tienes que quitar el agua a alguien que ya la tenía. Ahora seguimos teniendo presiones para modernizar el regadío, y tenemos claro que no vamos a ceder. Nada es defendido para siempre, si no se defiende siempre, por lo que nosotros seguiremos dando el follón en contra de la realización de esos pozos, porque sabemos que la lucha tiene que ser continua”, asevera.

Convencido de que el frescor que hay en Letur ha desaparecido en otros pueblos, López asegura que “aquí todavía tenemos agua y vamos a luchar para poder seguir disfrutando de ella. Tenemos unos manantiales muy generosos, ya que de momento no se han ejecutado obras de modernización de regadío, no hemos entubado las acequias, y por eso todavía podemos disfrutar de nuestro paisaje. Abastecer a toda la comunidad de regantes a través de nuestro sistema de regadío tradicional, genera toda la belleza que tenemos en Letur, algo que además nos da de comer a un montón de personas en el pueblo. Lo que queremos también es que esto se conserve para las generaciones futuras, que también tienen derecho a disfrutarlo”.

Acciones de voluntariado en Letur
Además del funcionamiento habitual, la Comunidad de Regantes ‘Las fuentes de Letur’, está promoviendo acciones de voluntariado con gente que quiere ayudar a mantener la red de acequias y a recuperar huertos que estaban abandonados. “Es un proyecto que está financiado por la Diputación de Albacete y el Ayuntamiento de Letur, a través del ‘Foro ciudadano’. Este año tenemos un proyecto muy bonito para enseñar a cultivar de forma tradicional, donde participan desde gente de Letur, hasta personas que pasan de visita por el pueblo, y a todo el que esté interesado. No hay que olvidar que en Letur se conserva la huerta igual que hace 400 años”.

Las huertas de Letur son sobre todo de autoconsumo. “En realidad son pequeñas producciones, un ejemplo de la economía circular, con productos de km cero, y con cero emisiones. Cada uno produce sus propios alimentos. No se generan residuos, y lo que sobra se utiliza para hacer compost. La forma de trabajar es muy funcional, porque lo hacemos como unidad, ayudándonos los unos a los otros. La red principal de acequias se limpia por profesionales en la materia, pero todos los brazales que van regando las diferentes huertas, se limpian trabajando en común. En general hay muy buen ambiente”, afirma.

El agua siempre está presente
Al pasear por el valle de Letur, y por toda su huerta, se descubren rincones donde el agua siempre está presente. Son 14 km de acequias principales que llevan agua todos los días del año para abastecer a las 400 hectáreas de regadío que tiene la localidad. “No me gustaría que Letur sea el último superviviente, como un museo de cómo se podrían haber hecho las cosas en el resto de zonas, sino que se convierta en un ejemplo donde otros puedan mirarse, y se puedan preguntar por qué sus pueblos no están igual, y que pueden hacer al respecto para mejorarlo. Está claro que igual no van a estar, porque Letur solo hay uno, pero seguro que si luchan podrán llegar a estar mejor”, concluye. Letur es la interacción armoniosa entre el ser humano y la naturaleza. Un pueblo que, gracias a la conservación del recurso agua, se ha convertido en un paraje único en la Sierra de Segura.