La Plaza de Toros de Albacete albergó este viernes la tercera de este atípico serial 2021 y lo hizo luciendo un cartel de figuras y con los toros del paisano Daniel Ruiz tras la polémica levantada fechas atrás con ‘Feminista’ y ‘Nigeriano’ en Gijón y que tantos y tantos ríos de tinta hicieron correr debido a las decisiones tomadas por la alcaldesa de la localidad asturiana y las críticas de diversos colectivos que se sintieron ofendidos.
Volviendo a Albacete y a lo que nos atañe en esta ‘No Feria’, los astados de Alcaraz esperaban en los chiqueros a Antonio Ferrera, José Maria Manzanares y Emilio de Justo, que regresaba a Albacete tras pasar como un ciclón en la feria de 2019 a pesar de que había entrado por la vía de la sustitución.
Abrió plaza ‘Miedoso’, nacido en mayo de 2017, melocotón de capa, herrado con el 94 en los costados y de 473 kilos de peso; primero del lote de un Antonio Ferrera que está apoderado por Simón Casas, también empresario de la Plaza de Toros junto a Manuel Amador y responsable junto al ex torero local del descafeinado abono que el público albaceteño se ha de tragar en este 2021; todo ello, con la connivencia del oxidado Vicente Casañ y el Ayuntamiento de Albacete.
Pequeño, avacado y casi impropio de una plaza que exige un trapío como la de Albacete, Miedoso escuchó algunos pitos de salida y no tardó en entrar con brío al capote de un Antonio Ferrera que no quiso bajarle las manos por si terminaba perdiendo las suyas, entrando al caballo lo justito y llevándose la misma vara que al que le ponen una vacuna; entiéndase el simil.
Nada más salir del caballo, Miedoso ya se fue al suelo. Poca gasolina prometía el de Daniel.
El tercio de banderillas comenzó con pitos para Ferrera por no querer ser el que cogiera los palos, pero el extremeño hace tiempo que dejó ya ese tercio y no iba a ser aquí en Albacete en casa de su apoderado donde fuera a coger de nuevo los palitroques. Montoliú y Fernando Sánchez cuajaron un buen tercio, todo sea dicho.
Brindó Ferrera al público y se fue a los terrenos del tendido 1, pero al de Daniel le quedaba ya muy poquito dentro y la faena no auguraba nada del otro mundo.
Y así pasó, que entre que el astado tenía lo justo y Ferrera se lo pasaba a un kilómetro poco o nada de calado se vio y hubo más pitos y protestas durante la faena del extremeño que aplausos. Una cosa es que el toro no valga y no quede nada por intentarse y otra cosa es que no valga igualmente pero nada se haga para ver si de alguna manera termina sirviendo para algo. Mal, muy mal Antonio Ferrera, al que hay que exigirle bastante más.
De una estocada tendida y algo trasera y un descabello mandó al desolladero a Miedoso y el resultado final de la lidia del primero de la tarde fue silencio para ambos protagonistas, toro y torero.
Lechón fue el segundo de la tarde y primero del lote de Manzanares, herrado con el 43 en los costillares, negro listón de capa, nacido en agosto de 2016 y de 560 kilos de peso.
Al contrario que su hermano de camada, Lechón mostró más trapío y mejores condiciones de salida, siendo metido muy bien en el capote por un José Maria Manzanares que arrancó los primeros olés del público tras unos buenos lances de recibimiento.
Protestó Lechón en el caballo, pero Pedro Morales ‘Chocolate’ le bajó los humos y le dio horma tras un puyazo muy inteligente pensando siempre en el bien de su matador.
Tras un aseado tercio de banderillas llegó la muleta y después de no hacer brindis alguno, Manzanares se adaptó a los terrenos que pedía el de Daniel Ruiz y desplazó con torería la franela en las dos primeras tandas. Después, cogió los engaños con la izquierda y la cosa se puso todavía mejor.
La Plaza de Toros de Albacete, que hoy había cubierto en un 65% largo su aforo estaba entregada con el torero y las palmas resonaban con fuerza al final de cada tanda de muletazos.
Le dio tiempo y distancias Manzanares al de Daniel entre una y otra, pero cada vez que el astado volvía a los engaños el toreo rayaba a gran altura y la faena iba ganando enteros. Y el de Daniel, seguía con la boca cerrada. Solo la abrió cuando Manzanares se dispuso a cambiar el estoque simulado por el de acero.
Hubo estocada hasta la bola y aunque cayó tendida fue suficiente para hacer doblar al toro a las primeras de cambio, lo que propició que los tendidos se llenaran de pañuelos y que Genoveva Armero concediese con justicia la primera oreja de la tarde.
El castaño Chiquillo fue el que precedió al intermedio, un ejemplar de 477 kilos de peso, herrado con el 61 en los costados, nacido en noviembre de 2016 y que correspondió a Emilio de Justo.
Prácticamente nulo fue el recibimiento con el capote, sin embargo entró tres veces al caballo por indicaciones del matador; algo que prácticamente nadie en la plaza entendió y que quizá fue un exceso viendo las condiciones de salida que presentaba el morlaco. Además, por si fuera poco, en el tercio de banderillas se le exprimió en exceso.
No quiso brindar Emilio de Justo antes de empezar la faena se muleta, faena que empezó por abajo, con las rodillas flexionadas y alargando mucho el brazo para darle profundidad a los lances.
Tardó un par de tandas el diestro extremeño en encontrarle el punto al toro, pero una vez hallado supo darle lo que el astado requería y la faena fue creciendo en calidad y buen hacer.
Pisaba Emilio de Justo terrenos complicados y ahí es más fácil que el toro pase, sin embargo, al echarse la muleta a la mano izquierda, el toro refunfuñó quedándose corto y enseguida volvió De Justo a la diestra y las palmas a los tendidos por su buen torear.
Volvió a intentarlo el torero de Torrejoncillo con la zurda sabedor de que en una plaza como la de Albacete hay que darlo todo, no como Ferrera, y aunque antes el toro no quiso tragar por el pitón zocato en esta ocasión De Justo le sacó mucho jugo y dejó una buena tanda de torero al natural.
Después de un pinchazo en lo alto y una estocada hasta los gavilanes, el de Daniel Ruiz rodó casi sin puntilla y aunque hubo fuerte petición de trofeo, Genoveva Armero no la consideró mayoritaria y no sacó el pañuelo de las orejas.
Hubo palmas para el toro en el arrastre, vuelta al ruedo para Emilio de Justo y pitos para Armero, pero hay que recordar al público que los trofeos se piden pañuelo en mano y no vociferando; que así lo recoge el reglamento y para ello está.
Tras el descanso llegó de nuevo el turno de Antonio Ferrera y en esta ocasión tuvo enfrente a Alfarero, un negro listón de 520 kilos de peso, herrado con el 33 en los costados y nacido en noviembre de 2016.
Había algo este viernes en Antonio Ferrera que dejaba entrever que no se encontraba a gusto y si en el primero de su lote ya se medio borró, en este tampoco quiso saber mucho del de Daniel Ruiz, que obviamente no era una perita en dulce pero que tenía más de lo que el apoderado por el que se cree el dueño de la mal llamada ‘Chata’ le sacó.
Viendo lo visto, se puede decir que Ferrera vino a ver los toros y a decir adiós. Lo pinten como lo quiera pintar el francés Simón Casas, es decir, su apoderado, y el concejal responsable.
Por si fuera poco, Ferrera erró con los aceros varias veces y alargó lo que ya de por sí era infumable.
Silencio y algunos pitos fue el balance final para toro y torero, a uno por falto de condiciones y a otro por no querer saber nada de lo que iba la tarde y de lo que para un profesional ha de significar venir a la Plaza de Toroa de Albacete.
El quinto de la tarde fue Cortesano, que herrado con el 5 en los costados, nacido en octubre de 2016, con 486 kilos de peso y capa negra, tomó muy bien de salida el capote de Manzanares y pronto cambió con su actitud los pitos por falta de algo de trapío de salida por palmas.
Mimó Manzanares al toro en el caballo y en banderillas, sabedor de que tenía condiciones pero estaba muy justito de fuerza y tras no hacer brindis alguno comenzó la faena de muleta.
Toreando casi a cámara lenta, el torero de Alicante y madre hellinera le dio al toro el ritmo que necesitaba y con un temple pausado, fue hilvanando una faena que pronto caló en los tendidos y que hizo al público aplaudir con justicia a tenor de lo que el diestro estaba desarrollando en el albero del coso de la calle Feria.
No fue una faena larga y quizá habría que reprocharle al diestro que podría haber tenido alguna tanda más, pero lo hecho estaba bien hecho y quiso Manzanares jugársela a una buena estocada para ver si podía abrir la puerta grande con lo mínimo indispensable.
Con más de media en lo alto, el toro cayó sin necesidad de capotazos de los subalternos y eso no hizo más que agradar aún más a un público que de nuevo pobló los tendidos de pañuelos e hizo que Genoveva Armero le diera una oreja y le permitiera a Manzanares salir virtualmente a hombros por la puerta grande de la Plaza de Toros de Albacete, aunque con esto del COVID la liturgia reservada para los triunfadores no se puede llevar a cabo.
Cerró plaza Castellano, nacido en diciembre de 2016, herrado con el 93 en los costillares, negro de capa y de 510 kilos de peso, al que Emilio de Justo metió en el capote prácticamente de salida y dejó auténticos carteles de toros hasta que lo llevó al caballo. Muy bien el extremeño y muy bien el de Daniel, al César lo que es del César.
Tras un buen tercio de banderillas por parte de su cuadrilla, brindó esta vez sí Emilio de Justo al público antes de la faena de muleta y se fue decidido a por el de Daniel, sin titubeos y sin miramientos. Directo a torear. Para poner todo en el asador e intentar que Manzanares no fuera el único que saliera «a hombros» esta tarde.
Pero esto es cosa de dos y aunque De Justo lo ponía todo y no se guardaba nada, al binomio le faltaba un puntito y ese estaba en el debe del toro, que no tomaba mal la muleta pero al que le costaba repetir con ritmo.
Pero De Justo quería más y si para eso había que meterse en terrenos de tragar saliva, se metió; consiguiendo así que la repetición fuese más fácil para el astado y tuviera más hilvanes una faena de muleta que hasta ahora estaba haciendo gozar al público y que llevaba al diestro a acariciar los trofeos. ¡Aprende Ferrera!, se pudo oír desde el graderío.
Con los aceros ya montados en la muleta, Emilio de Justo dio una última tanda con lances de embellecimiento y si mataba como un cañón Manzanares no iba a ser el único que cortara dos orejas. La «Puerta Grande» estaba en juego.
Pero pasó lo que nadie quería, que Emilio de Justo pinchó en todo lo alto y solo encontró oponente a la segunda, clavando entonces sí hasta la bola y cargado de efectividad.
Debido a su buen hacer, y aunque no mató a la primera, Emilio de Justo tocó pelo y paseó un trofeo, por lo que de haber hecho presa a la primera habría acompañado a Manzanares por la puerta de los elegidos, como decimos, de manera virtual por la pandemia, aunque con la gente que había concentrada fuera no sabemos si no hay las mismas aglomeraciones.
/Nacho López/ Fotos: Ángel Chacón/
