El peruano Galdós indulta un excelente toro de El Pilar en Tobarra

El hellinero Diego Carretero también salió a hombros

El indulto del toro «Alambrisco», un excelente ejemplar de la divisa de El Pilar, tras la faena del diestro peruano Joaquín Galdós fue la cumbre de la corrida celebrada ayer lunes 31 de mayo en el coso cubierto de la localidad albaceteña de Tobarra con motivo del Día de Castilla-La Mancha.

Ese gran momento llegó pronto, en el segundo turno y con un ejemplar que apenas recibió un picotazo por parte del picador del joven Joaquín Galdós, quien aprovechó el momento para cuajar un gran quite a la verónica.

Pero fue ya en el primer muletazo cuando «Alambrisco» explotó a embestir, planeando con los pitones y arrancándose de largo con gran fijeza y bravura, para que el peruano hilvanara tandas muy largas -algunas incluso demasiado- en las que hubo de todo.

El toro agradeció el sitio y el temple que le aplicó Galdós, respondiendo con una gran «obediencia» para ir hasta donde le mandaban y como le mandaban, con un gran acople de ambos por ambos pitones, si bien con algo más de armonía por el derecho.

El público comenzó a pedir el perdón de la vida del toro mientras seguía acudiendo incansable tras la muleta, hasta que el presidente, tras conversación telefónica de cerca de cinco minutos, acabó por concederlo.

Aunque el indulto se produjo en una plaza de tercera categoría, lo que no se contempla en el reglamento, «Alambrisco» tuvo trapío sobrado para una de segunda, por lo que de no haberse consumado habría supuesto una injusticia ajena al animal, que hizo lo que tenía que hacer fuera cual fuera la plaza: embestir como un tejón.

Por el contrario, la tragedia sobrevoló cuando el banderillero Ismael González resultó espectacularmente cogido contra la barrera al salir de un par de banderillas al quinto, siendo campaneado por el vientre afortunada y milagrosamente sin resultar herido.

Ese toro se había estrellado de salida a gran velocidad contra las tablas, por lo que en el último tercio tuvo nobleza pero sin verdadera entrega, sin que Galdós, firme, pudiera pasar de correcto con él.

El tercero de la tarde fue una maravilla de dulzura por ambos pitones, aunque no ofreció tanta boyantía ni fuelle como el segundo. Y Diego Carretero, un torero que apenas torea, lo cuajó con la misma delicadeza con la que embistió el de El Pilar.

El de Hellín falló en el primer ataque con la espada, por lo que paseó una oreja aunque se le pidieron las dos, como tampoco habría estado de más ver asomar el pañuelo azul, para darle la vuelta al ruedo en el arrastre, para el buen ejemplar de Moisés Fraile.

El sexto llevó la cara colocada abajo desde su salida y siguió embistiendo así tras la delicada muleta de Carretero, si bien tan solo duró cuatro tandas completas en las que el albaceteño no se salió de su patrón de toreo clásico y sin efectismos.

La veteranía la encarnó Uceda Leal, que desplegó un catálogo de técnica y buen gusto frente al primero, un toro con temple y fijeza, aunque no sobrado de fuerzas, al que hizo una faena limpia y armónica antes de fallar en la suerte suprema. Luego tuvo que abreviar con el sexto, que tan pronto completaba una embestida como doblaba las manos o se frenaba.

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FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de El Pilar, bien presentados y nobles, aunque algunos faltos de fuelle y fuerzas. Destacaron el sexto, por su calidad, aunque se vino pronto a menos, y sobre todo el magnífico segundo, número 134, «Alambrisco», negro meano y gargantillo de capa, que fue indultado.

Uceda Leal: oreja y palmas.

Joaquín Galdós: dos orejas simbólicas y oreja.

Diego Carretero: oreja con petición de la segunda y dos orejas.

Se cubrió un tercio del aforo máximo permitido en Castilla-La Mancha.

/El Digital de Albacete/

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