/Sandra Manzanares/Foto y vídeo: Víctor Fernández/
El Santo Cristo del Sahúco emprendía la vuelta a su ermita en la mañana de este martes, 28 de agosto, portado a hombros por sus fieles andarines. Esta Imagen, que es venerada por miles de devotos, se encontraba en la Iglesia de Peñas de San Pedro desde el Lunes de Pentecostés y partía de este municipio albaceteño al despuntar el alba, en lo que supone una de las citas del año más importantes para los peñeros.
Devoción la de una multitud que acompañaba al Cristo desde Peñas de San Pedro hasta la última cruz del camino que une al municipio con la aldea del Sahúco. Son 15 los kilómetros recorridos por cientos de andarines, que desde las seis de la mañana comenzaban la despedida al Santo Cristo en la Iglesia de Peñas de San Pedro, donde se oficiaba una misa en su honor.
Tras el fin de la ceremonia religiosa, la Imagen salía en procesión hasta la Cruz de Salida, donde los vecinos esperaban para ver partir al Cristo de Peñas de San Pedro, y donde los andarines ultimaban preparativos para salir a la carrera con Él. En este punto, y después del encuentro entre Cristo y su Madre, el Cristo del Sahúco era resguardado en su caja para ser trasladado a hombros de los devotos hasta la aldea en la que descansa el resto del año.
Entre los preparativos se incluyen los calentamientos previos a la actividad deportiva y la puesta a punto de la indumentaria. Fajín, que puede ser rojo o azul; pañuelo en la frente, de los mismos tonos; ropa cómoda, eso sí, siempre de color blanco, y zapatillas de deporte componen el uniforme de los andarines que buscan protegerse de lesiones y del “flato” que puede surgir durante la carrera. Todos coinciden en que el elemento indispensable es el fajín y que el mismo debe ir bien apretado. Cabe destacar que se trata de un atuendo que se ha conservado en el tiempo, pues los participantes de la carrera visten de blanco con pantalones largos o tres cuartos, esbozando así los calzoncillos pulgueros de los primeros andarines.
Una costumbre centenaria que perdura a lo largo de los años y que viene de la mano de la tradición, que pasa de generación en generación y también del propio sentimiento peñero, pues como nos explican los andarines, acompañar al Cristo tanto en “la llevada” como en “la traída” supone un orgullo para todos los devotos. También hay quien se inicia en la romería y lo hace para cumplir una promesa o participar en una carrera de entorno privilegiado.
Con esta celebración se pretende recrear el rapto de la Imagen realizado por jóvenes de Peñas de San Pedro, que en aquel momento iban ataviados con camiseta blanca y calzoncillos pulgueros. Desde la Cruz de Salida, en Peñas de San Pedro, los andarines partían hasta la primera parada en el camino, la Cruz de La Solana, donde el Santero Mayor del Cristo del Sahúco, José Ángel Ruiz, procedía a organizar los relevos y daba las instrucciones a los participantes para que no se produjeran altercados durante el recorrido.
Relevo que continuaba un camino que ha coloreado de blanco, rojo y azul los campos albaceteños en lo que supone un paisaje de devoción, custodiado en todo momento por la Guardia Civil, Servicios Sanitarios y Protección Civil, cuyo trabajo es fundamental para el correcto desarrollo de un evento multitudinario de estas características.
Traslados anuales
Cada Lunes de Pentecostés, el Santo Cristo del Sahúco sale de su ermita en la aldea del Sahúco portado a hombros hasta las Peñas en un recorrido denominado “la traída”, donde permanece hasta el 28 de agosto cuando el Cristo realiza el recorrido inverso, “la llevada”. Como decíamos, se trata de una tradición centenaria, ya que los primeros datos documentales del traslado del Cristo del Sahúco en una caja se remontan a 1878, formalizándose la carrera como hoy la conocemos en 1888.
Carrera que se ha convertido en todo un acontecimiento de gran valor histórico y sentimental para los devotos, que año a año engrandecen la figura del Cristo del Sahúco.