/Hugo Piña/
Si por algo se ha caracterizado el Albacete Balompié desde la llegada de Enrique Martín ha sido por ser un equipo que ha basado su idea central de juego en el pragmatismo futbolístico. La ‘guerra’ que ha dado y dará el equipo del técnico navarro para con los rivales que juega es tal que incluso muchos de ellos varían su habitual estilo para intentar focalizar a un Alba que tiene en el 3-5-2 su particular ‘credo’ religioso.
Sin embargo, este domingo ante el CD Tenerife algo cambió en los de Martín. Algo que teóricamente parecía un elemento benévolo para cualquier equipo de fútbol privó al equipo manchego de poder sumar en positivo en el que fue el primer partido del 2018. Hablamos por tanto de la posesión, siendo un elemento importante en todos los equipos y uno de los aspectos (que no elementos) por los que Martín y sus pupilos, jornada tras jornada, han ido perdiendo en favor del rival.
Pero este domingo y como decimos, cambió. Varió. Alternó el Alba su habitual forma de jugar y ayer, por primera vez en lo que va de campeonato el Albacete Balompié ganaba la posesión a su rival. Con un 60,3% -según datos facilitados por La Liga- el equipo de Martín Monreal veía como algo no funcionaba en la zona media del tapete manchego.
Con la posesión y con el dominio claramente a su favor, el Albacete Balompié se ‘desnortó’ por completo y brindó a su rival, que por cierto había estudiado al Alba a la perfección, la posibilidad de penetrar de la manera más sibilina posible. Jugando a la contra y reculando ex profeso, los de Pep Lluis Martín sacaron petróleo de un planteamiento, el de Enrique Martín, que evidenció que la posesión no es un factor relevante a la hora de ganar partidos. Ayer ante el Tenerife quedó clarificado el cómo y el por qué, pero sobre todo que, alguien como Quim Araujo debe, como mínimo, ir convocado y ser una de las alternativas llegados al punto de ayer ante el equipo tinerfeño.
